La serie El Eternauta viene en un momento muy necesario para reflexionar sobre el comportamiento de las sociedades en general, y del contexto de nuestro país, en particular. Ante un mundo cada vez más globalizado y donde se fomenta el individualismo, la serie nos hace reflexionar sobre la importancia del trabajo colectivo, de la empatía y de entender que nadie se salva solo. Y esto es ni más ni menos que la esencia del movimiento obrero organizado en Argentina. Un modelo que perdura a pesar de los ataques sistemáticos del poder económico y político, y que se sostiene gracias a la unidad de las y los trabajadores organizados que buscan defenderse de ese otro que atenta contra sus derechos y su familia.
El movimiento obrero organizado fue y es un actor preponderante en el desarrollo social argentino, no solo defendiendo los derechos y condiciones laborales, sino también siendo un sostén en el entramado social nacional, a partir de las prestaciones en salud, sus instituciones educativas públicas, abiertas y gratuitas, el fomento del turismo social, la asistencia legal y las políticas contra el flagelo de la violencia de género y las diversidades, entre otros. Políticas y acciones que, muchas veces, son desconocidas por sus propios afiliados y afiliadas, y que sumado al ataque sistemático en los medios de comunicación y las redes sociales contra las organizaciones sindicales, termina construyendo un imaginario negativo sobre el rol de los sindicatos y las acciones que llevan adelante.
Pero, ¿por qué es el ataque discursivo y mediático? Porque el sindicalismo pregona la solidaridad, la empatía y el trabajo colectivo en busca de la justicia social y el bienestar de la sociedad en su conjunto. La organización social, como se expresa en El Eternauta, pone al otro por encima del individuo, busca el bienestar colectivo sobre el beneficio personal. Y esta es la fortaleza del movimiento obrero organizado en nuestro país, donde la unidad de las y los trabajadores, organizados y solidarios, luchan por defender los derechos del conjunto para mejorar las condiciones sociales no solo propias, sino también de sus compañeros, compañeras y de sus familias.
A diferencia de la serie, en nuestro país, hoy la lucha es cultural y discursiva, y por ello, la principal arma del movimiento obrero debe ser la comunicación, la palabra y el diálogo. Y para revertir ese pensamiento individualista y de odio hacia las organizaciones sociales y sindicales, es necesario trabajar fuertemente sobre la comunicación, como una herramienta de diálogo, escucha y consenso, donde la relación entre las personas sea el eje central para lograr empatía y solidaridad. Y a partir de la unidad y el trabajo colectivo, mejorar las condiciones laborales y sociales de las familias.
Para ello, es necesario fortalecer el diálogo, el respeto y generar consensos; interactuar entre las personas y vincularse, pero también ser conscientes de que esto se produce a partir de las prácticas culturales de cada sujeto, produciendo diferentes sentidos, que deben estar orientados en pos de la unidad del movimiento obrero y el desarrollo efectivo de las organizaciones sindicales, buscando como resultado la justicia social del pueblo argentino.
La comunicación debe trascender los límites de un simple intercambio de información, para comprenderse como un proceso dinámico de construcción de sentido colectivo en el que las prácticas comunicativas sean esenciales para la organización y movilización de los trabajadores. De esta manera, se podrá disputar la hegemonía cultural y política, creando conciencia crítica y colectiva en las y los trabajadores, ante diferentes contextos y escenarios políticos y económicos que pueden mejorar o empeorar las condiciones laborales y sociales de las familias.
Como se plantea en el Eternauta, nadie se salva solo, las luchas son colectivas. Por ello, sigamos trabajando la comunicación de las organizaciones sindicales para recuperar el diálogo, el respeto y buscar consensos, pero con todas y todos, unidos, organizados y solidarios, con un único objetivo que deberá ser la justicia social y el bienestar colectivo.
Por Leandro Zandueta
Lic. en Comunicación Social – Secretario de Comunicación del SOSBA